viernes, 3 de mayo de 2013

El soldado (VIII)




                                                Revolución



Viernes,
María, amor mío.
Tu carta me ha llenado de alegría y saber que estas bien. Espero que podamos mantener la comunicación a pesar de todos los inconvenientes y estoy seguro que tu padre se pondrá bien con tus cuidados.
La situación en ésta parte del país está empeorando. Nos llevan de un lado a otro, de una ciudad a otra, para animar a las tropas armadas, antes o después de de sus crueles intervenciones contra grupos de civiles desesperados. He visto cosas horribles, En todas partes hay colas para conseguir alimentos y la gente se pelea por una barra de pan. Ya ha habido bajas entre los nuestros. Tuve que empujar la camilla con un herido que trajeron al cuartel y vi horrorizado como salían sus huesos por un hombro sin brazo. Estuve varios días sin probar bocado, no sé cómo estos cerdos gordinflones que nos mandan y nos gritan las órdenes, pueden llenar la panza con tanta sangre en las manos. Se escuchan explosiones desde la comandancia y se pueden ver columnas de humo desde mi ventana.
Me pregunto si allá lejos, en el norte, las cosas están mejor y si un día, no muy lejano, podremos bailar juntos, como dices. Me faltas tu y me sobra todo lo demás. No pierdas la esperanza.
Ésta mañana me han llamado de jefatura y el coronel me ha preguntado si conozco al almirante Sant o Sants, que se había interesado por mi situación y solicitaba mi traslado al norte. Yo no conozco a ningún almirante, pero si un ángel se cruza en mi camino, muy pronto estaremos juntos.
Sigue escribiendo, mi amor, tus cartas me devuelven  la vida que se me escapaba. Sabes que amo la música, pero cuando me aparto del instrumento, una amarga sensación de vacío se apodera de mis entrañas y no puedo dormir, pero sueño con verte.
Te quiero.
Tu soldado, Robert.

El subteniente Collins, cada día esperaba al correo para entregarle una nueva carta, incluso dos o más el mismo día.
Cuando se presentó el joven que recogía la correspondencia, de dijo con una sonrisa familiar.- Mi subteniente, creo que si aguardase al fin de semana, podría poner todas las cartas en el mismo sobre y se ahorraría mucho dinero en sellos!.-
-Tú encárgate de que las cartas lleguen a su destino y en traer rápidamente las que me envíen.
-El destino es la oficina 87, señor, yo no puedo ir más allá...
-¡¡No me conteste, soldado, Fuera!!.- Gritó el subteniente en un acceso repentino de cólera.
Aquella tarde, a la hora azul, cuando la luz mortecina del patio del cuartel trataba de imponerse a la luz natural de un sol que se despedía, recibió un despacho para presentarse urgentemente en jefatura a requerimiento del coronel del regimiento.
Se le informó que debía abandonar sus servicios en la banda de música, para incorporarse urgentemente a la unidad del Norte y se le entregó su arma reglamentaria y el pasaje de un tren militar que le llevaría hasta su ciudad de origen.



3 comentarios:

  1. Me produce una gran ternura el amor que sienten,porque en realidad es recíproco por mucho que se cruzase un beso en el portal.
    Ocurre que las dudas son odiosas y tal vez María,comience a dejarles paso.
    Quién triunfará?
    ...
    Tú tienes la clave.
    Más besos.

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  2. Gracias a todos los que seguís esta historia de "Guerra y amor".
    Vuestras palabras y comentarios me ayudan a seguir escribiendo, inventando, sintiendo, imaginando...Ya se acerca el final, espero no haberos decepcionado. Las semejanzas de lo escrito con la realidad no son puras coincidencias, al contrario, es la realidad, lo que está sucediendo y lo que puede suceder en un futuro no muy lejano, lo que me inspira cada relato.

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  3. ¿Cuántas cartas así se han escrito en la historia de la humanidad? ¿Qué quedará de las nuestras, escritas en un sms?

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