miércoles, 4 de septiembre de 2013

PLACER Y PENITENCIA (V)





Charles hablaba con Mr. Fitgerald sobre las excelencias de la garnacha y del Pinot Noir versus el Merlot en la sobremesa, tras la cena del viernes en casa de los Fitgerald. Charles era un ameno contertulio sobre la cultura y el placer, porque tenía el don de la oratoria y dominaba la retórica.
Cinthia y George salieron a ver las estrellas, pero la noche estaba cerrada y aunque el jardín se extendía en una amplia pradera, las estrellas solo se intuían tras una capota de nubes bajas.
Gift observaba inquieto desde la cuadra, recortarse las figuras en la luz del invernadero. Cuando las sombras se fundieron en un beso, los nervios de sus patas golpearon los maderos, pero el ruido se perdía en los ecos de la noche y la distancia.
Las siluetas desnudas se abrazaron en silencio contra la pared transparente del invernadero y Gift no pudo apartar sus ojos de las formas ondulantes de su divina amazona y la extrema belleza de su torso y su cabello como redes que al amor atrapan. Samuel, en la penumbra de un instante, vio su propia sombra de animal y temblando lloraba invisibles lágrimas humanas. En ese momento hubiera querido decir: "Basta ya, amor mío, ya has demostrado tener el poder de una diosa, deshaz ahora el hechizo. Ten piedad de mi cuerpo que nunca te ofendió, sino que fue el tuyo el que lo incitó como haría con cualquier otro hombre. ¿Por qué me castigas con tanta dureza?. Ni siquiera Tiresias que vio bañarse desnuda a Minerva, pagó con tan grande penitencia, porque aunque fuera privado de la vista, se le concedió el don de la profecía, convirtiéndolo en un vidente del futuro". Samuel quiso expresar todo esto a gritos, pero siendo acción impropia de un caballo, solo lanzó un doloroso relincho que, aunque no distrajo a los amantes, alertó a los catorce perros que ladraron desde sus jaulas.
El segundo desgarrado relincho lo acompañó con el tronar de sus cascos sobre la madera de la cuadra. Cien luces se prendieron entre la verde explanada, los mozos y los invitados acudieron al establo donde parecía enloquecido Gift, el hombre caballo y todos vieron desnuda a la joven Cinthia al cruzar el invernadero y a su amante apresurado por ocultar su cuerpo.
Nadie logró calmar a la bestia desatada dentro de Gift que se alzaba sobre sus patas traseras agitando la cabeza, llena la boca de espuma como un alma torturada en el averno.
Cuando apareció Cinthia se hizo un gran silencio, se calmaron los caballos y se callaron los perros; dirigiéndose a Samuel le puso las riendas y  el freno, y saltando sobre su lomo, le acarició las crines del cuello. Ante el asombro de todos, saltaron a la pradera que se perdía en la noche negra; George miraba muy serio desde la puerta del invernadero, contemplando a quien montara, montando un caballo negro.




3 comentarios:

  1. La autentica maravilla para expresar el sentimiento del Amor. Un placer y un lujo poder ver el Arte en tus escritos. Bso Marcelo.

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  2. Un principio,podría decirse banal,como preludio de la tormenta desatada por la frustración y el desencanto de un amor torturado en lo imposible.
    Muy intenso este galope,sí señor.
    Beso grande.

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