jueves, 30 de octubre de 2014

El mundo ignorado



Cuando le tocó el turno a esta parte de la tierra, salió el sol. Se iluminaron las blancas sonrisas en los oscuros rostros de los habitantes, se alegraban de conocer un nuevo día y sus cuerpos alargados se dirigían en procesión hacia el agua.

La otra parte del mundo estaba en tinieblas. Cuerpos orondos de glotonería y sobrealimentados yacían en sus respectivos lechos.

El mundo ignorado seguía iluminado por el resplandor de mil soles fragmentados en las aguas doradas de la cascada. Los pies descalzos danzaban al son de una improvisada arpa, mientras ascendían por el sendero que regresa desde la mañana, hacia el rubio ocaso de la aldea.

En el otro lado, el alba se despereza. Los nichos vuelcan torpemente su contenido sobre las arterias resecas, que pronto se avivan de un frenético flujo y reflujo. El tiempo escasea y no hay manantial ni cascada donde broten horas nuevas.

En el crepúsculo sobre la aldea, cantaban los grillos y las cigarras repartían lo que tenían, que entre todos no era nada. Felices porque ignorados, ellos también ignoraban todo lo que en la otra parte del mundo sobraba.



lunes, 27 de octubre de 2014

DESPERTAR



Soñaba que un nuevo orden del universo se tendía junto a mi mientras dormía, que se abría una nueva esperanza sin grietas ni fisuras y brindaba con el vino de la libertad por el cambio producido. Un vendedor ambulante traía cosas insignificantes desde remotos lugares, donde quizás tuviesen algún valor, pero los consumidores habían decidido comprar solo las cosas importantes.
La luz, surgida de las profundidades del azul, se estrellaba contra los ventanales, produciendo una lluvia de fragmentos de oro y plata, que caían dulcemente sobre las cabezas de los viandantes, liberándolos de su angustia.

Todo lo que amamos porque no lo podemos poseer, lo despreciaríamos si lo tuviésemos, pero habiendo sido despojados de toda propiedad material o afectiva, solo queda el amor una vez desahuciado el desprecio. Solo en los sueños aparecen los caminos de un solo sentido, donde nada tiene su contrario y las cosas suceden de la única forma posible.
Despertar sin haber conseguido dormir, bajo el jeroglífico indescifrable de las estrellas, sintiendo el amanecer como el crepúsculo, como si todo hubiese cambiado en el relámpago de una noche y la belleza se mantuviera inútil en su aparente inmovilidad.
Me alegro y me reconforta no haber hecho otra cosa diferente a lo que hice, a lo que decidí en un momento de indecisión, y comprobar que ahora la obra está hecha, siendo los resultados de éxito o de penuria, las consecuencias se verán más tarde. Porque también lo que no se hace acarrea otras consecuencias.
Si hubiera dormido, habría soñado con cosas que jamás hubiese hecho. Ahora en ese estadio intermedio del subconsciente, me reconozco en el espejo vacío donde una vez vivió la imagen que se imponía sobre lo que una vez fui cuando soñaba.

sábado, 25 de octubre de 2014

INSENSATEZ



Los locos me dan la razón. La razón que les falta.
Los que perdieron el juicio, recurren al supremo o al tribunal Constitucional, en vez de recurrir al psiquiatra.
Los lunáticos adoran al sol.
Los idos vuelven.
Desequilibrados se ocupan de los asuntos de estado, haciendo cabriolas en la cuerda floja.
Orates y vesánicos lanzan discursos disfrazados, desde la tribuna que les regalaron.
Chiflados de alta velocidad, caminan por los raíles de las canciones apócrifas.
Al rico se le llama excéntrico y al pobre, le dicen, pobre loco.
Si un demente cabila sobre las cuentas bancarias en un despacho, obtendrá grandes beneficios.
Dirigidos por energúmenos, paranoicos y oligofrénicos; los  insensatos seguidores permanecen alienados.

domingo, 19 de octubre de 2014

La costumbre



Hace 100 años que el arte se apartó de la belleza para seguir el camino de la fealdad.
Lo fácil, lo rápido o lo instantáneo se ha asumido como sustituto de la inspiración creadora y del trabajo. Instituciones, mecenas, mercaderes y subasteros invierten en tremendos gastos de afeamiento y se benefician de la reventa. Nos convencen de que la poesía es un lienzo y la pintura un sueño. La arquitectura es diseño y la cultura un cuento. A un engendro lo llaman escultura y a la música un momento.
La naturaleza nos enseña la armonía, las curvas del universo, la inexistencia de la recta y la ausencia de la simetría. Que nada es exacto y sin embargo todo se mantiene en un equilibrio perfecto. Pero cuando nos alejamos de la naturaleza, necesitamos reinventar la belleza, crearla a nuestra imagen y semejanza, aunque para ello tengamos que atravesar su corazón con aristas cortantes, envenenarla con ungüentos artificiales.
La erosión de la estética por el tiempo, ha creado nuevas formas, nuevos vellocinos de oro a los que adorar, para cubrir el escalofriante vacío que dejó la belleza. Cuando la vagancia de la costumbre nos impide movernos hacia otros paraísos donde se acomodan los sonidos de las aves con las aguas del desierto y los colores de las horas que atraviesan el firmamento se combinan con lejanas fragancias transportadas por la lluvia; quizás no sea demasiado tarde para encontrar algún vestigio de la belleza en Marte.

sábado, 4 de octubre de 2014

GORONDO




Ronda la paloma sobre la muralla que encerró el amor eterno.
Trae el laurel que le dio el río para coronar a la reina de Gorondo, el país de los invisibles soñadores.
Los que arrojan la soledad en el lecho de luz azul que recorre los refugios perdidos,
Huyendo de no se quién ni de no se qué, llegué a Gorondo, donde nadie me reconocería.
Seré un hombre invisible más, me decía. Cada uno tiene su camino y nadie es ejemplo de nadie, en Gorondo no hay caminos.
Viaja la felicidad en el tiempo recuperado por la memoria, en una pacífica balsa que se adormece entre el manso piélago de las horas nocturnas y el silencio.
La reina de Gorondo adivina los deseos secretos y se adelanta para que se cumplan. Siempre en vigilia, atenta a sus invisibles súbditos, con las cicatrices permanentes e invisibles que dejó el amor y el dolor, en el país de los soñadores invisibles. Vuela con el deseo que acompaña a la moneda lanzada de espaldas al estanque, y desciende ondulante con la esperanza que resucita los amores dormidos en las dulces aguas de la afortunada suerte.
Veloces los días se evaporan como tormentas de estío sobre la ruta del norte. Se deshacen las grises nubes que hacían el camino sombrío hasta el balneario de Corconte. Como una Venus surgida de las aguas, emerge envuelta en la gasa de los sueños y lanza la paloma hacia el verdugo que se desploma desde la atalaya, para regresar con los laureles, desde el río a la muralla en eterno viaje hasta después de la muerte.

jueves, 25 de septiembre de 2014

KY

Desde el trono, vuelan los ojos marrones por el eléctrico azul.
Escriben historias de nómadas desde la casa de la luz,
Páginas y páginas apenas sujetas por el hilván de las palabras.
Sombras que se infiltran en las noches soñadoras.
y se adueñan del espacio paso a paso, sin sobresaltos
esperando una cita sin fecha en el eterno viaje de las horas.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Escocia está mirando al mar.



Foto de la portada del disco de "Presos de la Epoca", con su canción "Escocia".

Los ciudadanos han elegido, como siempre lo peor. Escocia no quiere ser un país independiente.
La opinión de las masas es la opinión de los ingenuos desde que existe la democracia. La historia demuestra que todas las decisiones consultadas y los políticos electos, han sido siempre lo peor para el pueblo. No quiere decir que el pueblo sea tan masoquista que elija, en aparente libertad, su propio sufrimiento; sino que se le engaña desde la base, desde las falsas promesas, desde la pregunta tendenciosa de la consulta y la amenaza de las consecuencias.
Como explica Rouseau, el ser humano es bueno y confiado por naturaleza, temeroso al cambio y tendente a lo conocido, a lo familiar. Los políticos lo saben y emplean su estrategia para disfrazar su ambición de poder o sus intereses particulares. No importa si las estrategias son descubiertas, o si hay voces críticas que delatan sus engaños, si con éstos consiguen el voto de la mayoría.

Europa y gran parte del mundo estaba pendiente de los resultados del referéndum escocés, especialmente los países con regiones de pretensiones secesionistas, la Padania en Italia, el nacionalismo flamenco en Belgica, y vascos y catalanes en España; pero la mayoría de los escoceses votó en contra de la independencia del Reino Unido, y ese será su destino durante los próximos años.











sábado, 13 de septiembre de 2014

El tiempo ausente



"Mañana y mañana y mañana...
...Apágate de una vez fugaz candela,
La vida es una sombra que pasa...
Es una historia contada por un idiota
llena de ruido y de furia.
Que no significa nada".
                                     Macbeth (W. Shakespeare)


Sea una transición la vida,
entre el nacimiento y la muerte
con su dolor, su soledad y su alegría.
Sea bienvenido el tiempo ausente,
después de jugar esta partida.

La efímera belleza de los cálidos días,
la eternidad que se sucede permanente,
de las almas que quedaron suspendidas,
a la espera de una mejor suerte,
mientras nace una serie parecida.

Será breve el tiempo presente,
si se da la batalla por perdida,
aún siendo herido gravemente,
por mantener la vela encendida
dejando las horas inertes.

Vuela en el corazón herida
la esperanza del que siente
que tan solo bastaría
que después del tiempo ausente
la vida continuaría.






jueves, 11 de septiembre de 2014

Lo que no fue




Todo aquello quedó prisionero del pasado.
Pudo ser de otra manera, aún hay tiempo de volver a dar los besos que no he dado.
Un soplo inesperado del viento puede remontar el vuelo, y volver a amar lo amado.
Si es verdad que nunca se regresa, también es cierto que lo vivido espesa.
Todo pudo ser lo que no fue.
Lo leve es lo imaginado, lo que no deja huella en el camino andado y se evapora.
¿Quién dice que la ficción no es el aquí y ahora? si lo que tuve entre mis brazos fue tan real como una nube soñadora.
Dejé de pensar para existir, me quedé para partir, para sentir la pasión salvaje que me impidiera seguir el viaje de ser el que fui, el que seré.
Todo pudo ser lo que no fue.
Un pensamiento, otra decisión o un arrebato, hubiera cambiado este destino ingrato, que quizás el tiempo desfigure cuando yo ya no esté
Todo pudo ser lo que no fue.





martes, 9 de septiembre de 2014

El camino del olvido





El calor sofocante de estas latitudes, próximas al trópico de Cáncer, unido a la humedad pegajosa que se confunde con el sudor salobre del cuerpo, me obligó a sumergirme en la bañera por tiempo indefinido. Perdí la cuenta de las horas, ni siquiera sentí como se arrugaba la piel, empezando por las yemas de los dedos. Una inmensa paz, parecida a la de los sueños más profundos, se fue apoderando de mi ser consciente como si el cuerpo fuese cambiando de estado hasta confundirse con la leve densidad del agua. Los huesos comenzaron a reblandecerse y comprendí que me estaba disolviendo.
La puerta del baño quedó entreabierta, por lo que no encontró obstáculo alguno cuando llegó la dueña de la casa, y vio la bañera llena de agua limpia, aunque no pudo disimular su extrañeza al comprobar que nadie más estaba en la casa. Después de pronunciar mi nombre repetidas veces, sin encontrar respuesta, levantó el tapón con la cadena y desaparecí por el sumidero.

Había transcurrido cierto tiempo de tan surrealista episodio, cuando la dueña regresó a la casa para reclamarme el alquiler, sorprendida por ser la primera vez que me retrasaba en el pago. Recogió del buzón la abundante correspondencia acumulada en ese tiempo; cartas del banco y de los suministros impagados con educadas amenazas de suspensión de la energía. Pero al no encontrarme, decidió acudir a la policía donde denunció mi desaparición y la reclamación de la deuda.
Es curioso comprobar cuando crees que a nadie le importas, la cantidad de gente e incluso instituciones y empresas, que empiezan a preocuparse por ti cuando dejas de pagar los recibos.
La policía comprobó que todas mis pertenencias seguían en la casa; la ropa en sus armarios y las maletas vacías en el altillo, ni una nota que justificase mi marcha. En las cuentas del banco, agotadas por los embargos, no encontraron ningún movimiento que delatase mi desaparición. También investigaron mis escasas relaciones, interrogando a gente que hacía meses que no veía y nadie pudo dar una pista de mi paradero. Por lo que decidieron archivar el caso a la espera de alguna prueba creíble para reabrirlo.
No había pasado demasiado tiempo cuando se inició el camino del olvido.
La casa volvió a alquilarse y los nuevos inquilinos enseguida la llenaron del calor de un hogar familiar y anodino. La policía continuó con el lucrativo trabajo de las multas a los despistados automovilistas y los viejos conocidos continuaron con sus vidas distraídas por los nuevos problemas de siempre. Ya ni siquiera llegaba el recuerdo distorsionado, que al principio les hacía opinar disparates sobre mi desaparición.

Yo nunca regresé, ahora vago en el olvido, en el ciclo perpetuo de las aguas y las fuentes que se deslizan desde los glaciales, entre las rocas de los ríos, hasta el océano de donde son absorbidas por el calor del cielo, formando viajeras y perezosas nubes, que descargarán en las tardes de Abril sobre los montes y los campos para volver a empezar su eterno recorrido.
Mientras tanto, alguien canta en la bañera contemplando su cuerpo temblar bajo el agua.

lunes, 8 de septiembre de 2014

La guerra de la Dependencia





Sólo los sabios saben mantener la distancia con el mundo. Ver las ciudades y los pueblos desde una nube y sentir que nada de lo que contemplan los pertenece y nada ni nadie puede decir que dependen de algo.
La guerra de la dependencia comenzó por algo tan humano como las necesidades, sean éstas económicas o afectivas, primarias o prescindibles y las mezclas correspondientes entre ellas. Y como en todas las guerras, arraiga la semilla del odio.
Es sabido que todos somos dependientes, de la sociedad y sus normas, de las leyes de cada país o del estado en que nos ha tocado vivir; pero en ésto, por inevitable, podemos firmar un armisticio, un alto el fuego en la lucha por las libertades, aunque sin bajar la guardia cayendo en la indiferencia.
La guerra más cruenta resulta cuando el enemigo es reconocible, es decir, en la relación de dependencia. Desde el nacimiento dependemos de los padres, que durante los primeros años resulta una relación llevadera, basada en el cariño; pero en el momento de estrenar la personalidad, buscando la independencia, comienzan las primeras fricciones, hasta que uno consigue o cree conseguir la autonomía afectiva y económica.
Una vez conseguida la desvinculación del hogar familiar, aún conservando los afectos, y la independencia económica que permite vivir por los propios medios, el sabio evitará caer en una nueva relación de dependencia, tanto con personas a su cargo como una relación en la que él mismo sea una carga para otro; lo que le llevará a una lucha permanente consigo mismo, terminando por ser su propia víctima.
La más cruel de las dependencia es la afectiva, el amor; por el que uno sacrificaría su libertad y la vida misma. Pero afortunadamente para ellos y para todos los demás, sabios, hay muy pocos.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Llueve




Aún está claro el día. Hay una luz intensa que me permite escribir sin las recurridas gafas, que a la luz del flexo son imprescindibles.
Como un oscuro ejército escondido tras el humo de los cañonazos, se van acercando los nimbos de la tormenta, avanzan inexorables; un cambio en el viento anuncia su llegada. Recojo mis papeles y me pongo a cubierto esperando la inminente lluvia, parece que los animales y alimañas campestres hacen lo mismo y van desapareciendo en sus secretos escondrijos.
El cambio brusco de las condiciones de la naturaleza, de lo seco a lo húmedo, podría parecer una hecatombe, una tragedia, al que asiste por primera vez a una transformación semejante.
La luz azul se ha retirado y el viento aumenta su fuerza en el batir de las hojas de los árboles, que bailan una ensayada coreografía. Un cielo gris cambia el color de las aguas del río, haciendo oscurecer las sombras de las barcazas temblorosas amarradas en el embarcadero.
Un fogonazo silencioso rasga por un instante la negra capota del cielo y una lluvia suave se posa sobre los campos y los tejados, a penas una cortina de encaje difumina el paisaje.
La tierra sedienta absorbe la primera oleada de agua fresca, desprendiendo un perfume de agradecimiento, pero en el camino asfaltado, donde rebotan las gotas como balas perdidas, se forman las primeras burbujas mientras la lluvia arrecia.
Con el cambio de luz, cambian los sonidos de la naturaleza. Los pájaros enmudecen y ahora se escucha el repiqueteo del agua tras los cristales. Una nueva sinfonía, precedida por un monótono redoble, se apodera de la escena, en la obertura pueden oírse los estruendosos timbales procedentes de un choque en cadena de las negras nubes.
Podía parecer una tormenta cualquiera, aunque todas son diferentes, si no fuera una fiesta para el niño descalzo que danza bajo la lluvia con la boca abierta hacia los cielos, empapado por el maná desconocido que recorre su rostro y su pelo.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Igualados (IV)

Bajo la fría penumbra de la lona del camión donde Martín había sido destinado, se apretaban los nuevos compañeros de destino, que tiritaban bajo las mantas. Él era un paquete más entre la silenciosa carga humana a la espera de un reparto incierto.
Martín comprendió que en determinadas circunstancias, en las precisas circunstancias que él mismo había vivido en las últimas horas, todos los hombres podían ser igualados, cuando las cualidades y las imperfecciones que caracterizan a cada individuo desaparecen y la sociedad se convierte en un montón de carne sucia y hedionda, cuando la dignidad y los valores humanos se esfuman y no queda más que un compendio biológico de células que siguen su camino para mantener la vida. ¿qué más da su afinada sensibilidad por la música?, ¿los conocimientos adquiridos por la educación y la experiencia?; cuando ante los ojos de la muerte no existe diferencia alguna y los hombres se matan bajo el análisis hipócrita de la comunidad internacional, disfrazada de ayuda humanitaria, que como un engañoso caballo de Troya, esconde en su seno el negocio armamentístico.
Martín debía tocar su violín en ésta parte del concierto en que el director había sido sustituido por militares insensibles a una improvisada partitura.
Sus temblorosos compañeros de viaje, seguían en silencio, sin esperanza, aguardando un destino que los devolviera a sus respectivas realidades y les devolviese sus diferencias. Quiso ver una llamarada de luz en aquellas miradas temerosas e huidizas, pero el terror se había apoderado de los espíritus. Quizás alguno pensaría en un plato de comida caliente sin resignarse a un cruel final por inanición.

En un bache del camino el camión dio un bote y un hombre joven saltó fuera del vehículo, pero sin darle tiempo a levantarse fue ametrallado desde el coche de escolta que los seguía. Nadie se detuvo excepto el cuerpo inerte que quedó tendido bajo las ruedas del convoy.
No había transcurrido mucho tiempo cuando los camiones se detuvieron en un descampado y los hombres fueron obligados a descargar y montar las tiendas de un improvisado campamento. No se veían alambradas ni nada que pareciera encerrar a los desorientados viajeros que obedecían las órdenes dócilmente. A medida que los camiones eran descargados, se alejaban por el camino empinado hasta que el rugir de los motores iba desapareciendo.  Cuando todos los retenidos hubieron ocupado las tiendas, se escuchó el silencio. Los últimos motores de los vehículos de escolta habían dejado de escucharse, y una voz dijo "Se han ido", "Se han marchado todos!", "Por fin somos libres".





viernes, 1 de agosto de 2014

Igualados (III)

Martin ya no se preguntaba por su futuro, sino en cómo sobrevivir una noche más. Había superado la pérdida de la dignidad humana cuando, después de tan largo viaje, las tropas rusas trasladaron a los viajeros hacia unos barracones o establos donde se hacinaban como ganado. Semidesnudos, los cuerpos se apretaban unos contra otros buscando el calor en una noche gélida en algún lugar del este de Ucrania.
Había visto cosas horribles en pocos días, un hombre desfallecido o medio muerto era devorado por los perros de los guardianes. Un hombre más, que podría ser cualquiera, incluso él mismo; que podía tener familia o incluso una mujer a la que había amado y acariciado con la ternura de sus manos desmembradas por los perros. Martín miró sus propias manos de músico y movió los dedos sobre un violín imaginario.
La música lo sacó por unos minutos de su encierro, voló con el "Meuvement perpetuel" de Niccolo Paganini y sintió un escalofrío cuando la música recorrió sus entrañas.
Ahora era un trozo de carne más sobre el montón de despojos en el que se encontraba, que le igualaba a la condición de los que lo habían perdido todo, menos la vida.
Martín pensaba que estaba vivo porque vivía en el pensar. Con los ojos cerrados se olvidó de ser y de estar, ahora era otro, el que alguna vez soñó ser, inaprensible, etéreo, evanescente como la música, que se desliza en torrentes entre la penumbra hedionda del cubículo infrahumano donde su cuerpo se encontraba.
Había alcanzado un estrato superior, sobrevolando los oblícuos campos del dolor y de la muerte, cuando una intensa luz atravesó sus párpados, aún apretados, y pudo escuchar en un lenguaje familiar, las órdenes dirigidas a los viajeros que les impelían a salir a la claridad del mediodía.
No podía creer que fueran liberados, le pareció algo tan falso como los sueños, pero volvió a sentirse igualado al grupo silencioso y desfallecido que se dirigía hacia la luz exterior como un rebaño que se apresura desde la tenada hacia los pastos.
En la explanada se aparcaba un convoy de camiones militares que nadie podría decir si eran rebeldes o tropas extranjeras las que ocupaban el recinto. Los soldados repartieron la primera comida en siete días. Una cuchara a cada uno y una perola de sopa caliente donde flotaban trozos de pan desmigado, para cada ocho personas. Mientras esperaba su turno para meter la cuchara en la olla, Martín pensó en la capacidad de recuperación del ser humano. ¿Sería posible devolver la dignidad a quienes en tan breve periodo de tiempo, parecían haber perdido todo lo que de humano tuvieron?. Algunos eran incapaces de recordar su nombre, cuando los militares procedieron a la identificación de los viajeros.
Fueron separados en grupos, por su lugar de procedencia o por el destino que alegaron y conducidos a diferentes camiones del convoy.
Martín no preguntó nada y se sorprendió al comprobar que, durante todo el periplo vivido, no había establecido relación alguna con sus compañeros de viaje, con los que apenas había hablado. A medida que la vida se iba haciendo más reconocible, de vuelta a su absurda frivolidad y a sus ridículas obsesiones por el sexo o los placeres más frugales; los pasajeros iban recobrando la compostura, volvían a humanizarse cuidando las apariencias con las mantas y los uniformes que los soldados repartieron...

jueves, 24 de julio de 2014

Igualados (II)

Martín terminó la última página y cerró el libro de Jorge Villalmanzo, cuando el tren se detuvo en la frontera ucraniana. Aún estaba fascinado por lo que acababa de leer, por el ingenuo optimismo literario del autor de "Un japonés en mi interior", cuando irrumpió la voz de metal en los altavoces que conminaba a todos los pasajeros a abandonar los vagones y que dejaran todo el equipaje dentro para la inspección aduanera. Martín obedeció, pero se resistió a abandonar su violín y se puso a la cola del pasaje que se movía lentamente hacia las dependencias de la inmigración.
De nada sirvieron sus protestas cuando le arrebataron el violín en el registro, y un conato de rebelión por parte de los viajeros fue silenciado por una ráfaga de fusil que dejó a un hombre tendido sobre el arcén.
Los viajeros fueron dirigidos hacia una flota de autobuses policiales con las ventanas enrejadas, donde se hacinaban como ganado porcino rumbo al matadero. La mayoría permanecía de pie, porque aunque habían sido desmontados los asientos, apenas quedaba espacio para sentarse en el suelo del autobús.
Un hombre comentó que podían haber caído cómo rehenes para un intercambio de presos de guerra, pero inmediatamente, fue rebatido por otro que pensaba en la posibilidad de que se hubiesen requisado los transportes para la contienda, porque se dirigían al suroeste bordeando la frontera con Moldavia, también hubo comentarios desesperados y otros disparatados acerca del futuro que los aguardaba. Una mujer sollozaba entre un bosque de piernas y zapatos que ya desprendían un olor asfixiante.
A medida que descendían hacia el mar Negro, la temperatura exterior se refrescaba, pero en el habitáculo hermético de los autobuses, el calor humano brillaba en los cuerpos sudorosos que poco a poco se habían despojado de sus prendas de abrigo.
En una curva cerrada los cuerpos chocaron amontonándose pegajosos y pudieron ver cómo el autobús que les precedía en el convoy, se salía de la carretera despeñándose por el barranco. El coche en el que viajaba Martín se detuvo bruscamente, y los cuerpos volvieron a enracimarse como marionetas en una caja agitada por un niño. A través de la cuadrícula de rejas de las ventanas, pudieron ver al conductor y el escolta del autobús siniestrado que subían a un coche patrulla, por lo que comprendieron con horror, que los pasajeros habían sido abandonados a su suerte antes de precipitarse al vacío.
Un hombre de nariz aguileña, barrigón y de modales bruscos como un polichinela, cayó sobre Martín cuando el vehículo arrancó de nuevo. El calor y el hedor a pocilga se hacía insoportable, porque hombres y mujeres se hacían encima sus necesidades. Alguien rompió el cristal de una ventana a cabezazos y entró una fresca brisa por el enrejado que por unos momentos alivió a la masa humana del habitáculo....

sábado, 12 de julio de 2014

Igualados (I)

La vieja estación esperaba el primer tren del día, antes del amanecer. Un desconocido dormía bajo un sombrero de fieltro a su lado, porque ya no quedaban asientos libres en la sala de espera. Martín aún mantenía los ojos abiertos a pesar del cansancio y la interminable espera por el retraso inexplicable del tren, que hacía que se amontonasen los viajeros con los que pretendían subir al siguiente expreso.
Martín vio a una anciana que trataba de sentarse en el suelo a duras penas ayudada por una mujer cargada de maletas y le cedió su asiento; la más joven, que podría ser su hija, se lo agradeció con la mirada y se sentó en el suelo al lado de su madre. Un grupo de jóvenes universitarios hablaban en voz baja apoyados en la cristalera que separaba la sala de los andenes. Las puertas automáticas permanecían abiertas debido al trasiego constante de viajeros que salían y entraban hacia las vías.
Martín avanzó entre la gente hacia el primer andén desde donde se podía respirar el aire acre de betún de la noche. Levantó la vista hacia la ranura de cielo entre las cubiertas de los andenes y vio cuatro estrellas trasnochadoras, las últimas en despedirse de la madrugada, que avanzaba inexorable.

Hacía diecisiete años que Martín no visitaba a su familia en Lviv, en el oeste de Ucrania, desde que fue a estudiar a Salzburgo, donde se graduó en el conservatorio superior y posteriormente alcanzó una plaza de violinista en la orquesta sinfónica de Innsbruck. Ahora, estaba preocupado por la guerra, cuando le avisaron de la muerte de sus padres en los primeros días de la revuelta, y decidió regresar a casa de sus abuelos, pero no encontrando un vuelo para ese día por motivos de estrategia militar, decidió viajar en tren a Budapest y desde allí tomar el interail a Lviv.
Por fin llegó silencioso el tren con destino a Budapest, desprendiendo un fuerte olor a bobinas recalentadas y una avalancha humana se lanzó hacia los vagones más próximos. Martín consiguió abrirse paso hasta su coche cama.Tenía veinticinco horas de viaje por delante y apenas había dormido la última noche en Innsbruck.
Compartía vagón con un profesor de la facultad de ingeniería de Budapest que regresaba de un congreso y con un comerciante judío que emanaba un cierto aroma a perfume barato. La litera superior estaba ocupada por un hombre que roncaba, pero Martín cayó rendido en su cama cuando la claridad de la mañana se abría paso sobre el perfil de los montes del este.
El transbordo en Hungría fue rápido a pesar de los trámites en los puestos de control de la inmigración y pronto Martín estuvo a bordo del interail que le llevaría a su tierra natal en Ucrania.
Se preguntaba cómo habría cambiado Lviv en su ausencia y qué es lo que le esperaba, cómo estarían sus abuelos después de haber perdido a su hija y su yerno en la guerra, y si le reconocerían después de tantos años...

sábado, 28 de junio de 2014

El fuego que se extingue

Lo que fue una gran hoguera donde las llamas del progreso danzaban altivas entre alegres chisporroteos, y el fuego y el calor de la vida parecía inextinguible, se ha consumido lentamente por falta de combustible.
Sobre las ascuas mortecinas se eleva una negra humareda que oscurece el azul del cielo y envenena el aire haciéndolo irrespirable.
Los antiguos pobladores abandonan sus hogares de la ciudad que habitaron sus antepasados. Dejan tras su marcha, los recuerdos de una vida cómoda y pacífica que ya no volverá.
Las fábricas abandonadas al pillaje y las persianas metálicas de  los comercios cerrados se adornan con grandes letras y pinturas que parecen dibujadas por la misma mano grafitera.
Las calles que bullían en su viejo esplendor, ahora conforman un paisaje fantasma de desolación que a la hora del ocaso se repuebla lentamente de mendigos que escarban entre las ruinas de una acrópolis devastada.
Los primeros en salir fueron aquellos que obtuvieron los grandes beneficios cuando la ciudad crecía en población y se creaban puestos de trabajo que parecían eternos en su aceleración económica. Los demás, los que vieron su futuro amenazado por la ruina, escapaban hacia ninguna parte. A diferencia de los refugiados de las guerras o los que emigran hacia otros países donde encontrarán una vida mejor; éstos nuevos desplazados del moderno occidente no encuentran un lugar de acogida como el que dejaron atrás.
En la ciudad, se agotaron los recursos naturales que los alimentaban y los campos de cultivo se cubrieron de cemento, carreteras y puentes que ahora se derrumban por la desidia y el abandono.
Por la moderna estación, pasan los trenes sin detenerse, en sus amplios vestíbulos circulan papeles y hojas secas en remolinos, originados por las corrientes de aire que penetran entre los vidrios rotos de los ventanales.
En las grandes mansiones y palacios oficiales reina el caos entre los restos de pianos de cola desvencijados y el barroco mobiliario destrozado.
A la entrada de la ciudad se yergue un letrero agitado por los vientos en el que aún puede leerse: "Bienvenido a Detroit".

miércoles, 4 de junio de 2014

equilibrios

El equilibrista danzaba sobre los cables del telégrafo,
donde antes se posaban los cuervos de cara al viento.
Ahora revolotean los pájaros negros con sus alas de miedo y los picos abiertos.
En sus pies desnudos no siente el calambre porque la corriente va por dentro de una fina capa de aislante.
Solo una vez pensó en el riesgo, al cruzar sobre la veloz carretera que se arrastra por el suelo.
Vio su cuerpo caer desde la altura y sintió sus vísceras atravesadas por los hierros, y cómo la chatarra iba introduciéndose en sus adentros.
La efímera idea de la muerte  compensada por el vuelo.
Al otro lado se abrían las puertas azules del cielo.
Con un pie en el aire, el equilibrista recobró el aliento.
El siguiente paso fue firme sobre los cables de acero,
descartó la absurda idea de detener el paseo a la mitad del camino,
porque los mismos riesgos existen si decidiera el regreso.
Un invisible coreógrafo dirigía sus movimientos en el aire de la duda.
Recordó por un momento al joven Ícaro hijo de Dédalo que se elevó hacia el sol, y se precipitó en las aguas del mar, y lo olvidó.
No necesitaba alas para los arriesgados equilibrios que le acompañaron toda su vida.
Unos pensaron que estaba loco o que había elegido un difícil camino, otros quisieron encaramarse al alambre para seguirlo y perecieron.
Pero él continúa en el imaginario cable vacilante, paseando entre los claros de luna y las nubes errantes.

lunes, 2 de junio de 2014

El descanso del monarca.

Los reyes se quedan atrás, contemplando la batalla, 
mirando como se matan los unos a los otros, 
desde donde no les alcanzan las balas.
Los desdichados trabajan construyendo palacios y casas
donde los herederos juegan en las amplias estancias,
custodiados por los esbirros que los guardan.
El rey se retira a descansar de su ociosa actividad,
de viajes y comilonas, dejando en herencia la ruina
y el hambre de un país que por la justicia clama.
Se llevaron los tesoros, vaciaron todas las arcas,
para celebrar el gran día del descanso del monarca.
El hijo, que daba la talla, en lo físico porque siempre calla,
se alza, aún más, en el trono que el padre le regala.
Así se escribe la historia de España,
que todo el mundo conoce y a nadie engaña.

domingo, 1 de junio de 2014

El viaje






Estoy en tránsito, solo pienso en llegar, no me interesa el camino que tantas veces recorrí sobre las aguas del océano, entre las blancas nubes. Al contrario que en esos breves viajes, en los que se siente el camino al mover los pies, y el paisaje, queda en vez de pasar, donde se aprecia el despertar de la mañana entre los montes y los campos. Ahora se viaja amarrado al asiento y el aroma de las rosas es sustituido por el olor a plástico y sudor grasiento.
Solo deseo llegar. Regresar a mi tierra provinciana donde me espera el calor y la vida que quedó invernando en el pasado. Donde por primera y última vez amé.
Pero no quiero dejar de vivir éstos tiempos muertos del trayecto, de espera, de aeropuertos. Rodeado por la abulia y el cansancio de los pasajeros, busco unos ojos despiertos y encuentro en una niña, los oscuros ojos de una ardilla y la boca color de arándano; la madre cabecea sobre un voluminoso libro de ensayo. No podemos hablar con palabras, pero me enseña su pequeño aeroplano, el nuevo juguete que sostiene en sus pequeñas manos. No se si le hice un truco o una mueca con mi cara de payaso, disfrazado de viajero cansado, pero su risa silenciosa  estuvo a punto de delatarme cuando la madre le agarró del brazo.
Sigo pensando en mi pueblo, en lo que dejé, en lo que no pude llevarme, en las azules tardes de la infancia, en los tristes días de invierno, en sus piedras grises y milenarias, en el amor que ya no tengo, en su dulce elegancia, en las noches literarias, escribiendo con pluma y papel sobre el amor y el desprecio. No sé si algo de ésto me espera, o si será todo nuevo, quizás la ciudad haya cambiado con el cambio de los tiempos. Mientras, bebo despacio a sorbos lo vivido y los recuerdos.

lunes, 26 de mayo de 2014

El nombre de las cosas





Un libro es la fosa común en la que yacen todos sus personajes esperando el día de la resurrección, el día en que vuelvas a abrir el libro. Mientras tanto, su vida y sus acciones descansan entre las páginas y tu cerebro. La mayoría de ellos sin una foto explícita de su verdadero rostro, pero con la imagen subjetiva que cada lector los atribuya.
Cuando cierras el libro, los personajes vuelven a su reposo inconsciente, inerte, los capitanes descansan de sus aventuras, los amores duermen.
Todos los desasosiegos del pensamiento, que el autor reveló en su lucidez, ahora vagan indolentes en la mente del que los leyó, interpretándolos a su manera; quizás un aroma traído de un lejano paisaje, vuelva a sacar de su encierro de papel o lo que sea, tales pensamientos.
Una frase de un libro viene a la memoria, con sus garabatos danzantes, alegra el día. Palabras escogidas para hacer la frase profunda y hermosa, alejada de la forma de hablar vulgar; parece escrita especialmente para tus ojos, para tu alma, para que la lleves siempre contigo.
De entre todos los nombres que tienen las cosas de la tierra y del cielo, desde que existen; escoge siempre el más hermoso, porque nadie sabe quién puso el nombre de las cosas, tan diferente según en cada idioma, pon tu buen gusto en la elección huyendo de lo que llaman "lenguaje coloquial" para referirse a lo vulgar, porque escribir es diferente de hablar; nadie lee de la misma forma en que escucha. Leer es algo privado que se realiza en la intimidad con el autor, tal y como tu estas haciendo ahora conmigo. Y por esto te estoy agradecido.

sábado, 24 de mayo de 2014

La Sentencia

... Por lo tanto, CONDENO por esta sentencia a todos los INDIFERENTES, considerando probados los siguientes delitos:

- Crímenes contra la humanidad. Porque con su indolencia y pasividad impiden el desarrollo y el progreso de la sociedad y obstaculizan la libertad de los hombres decididos y conscientes.

- Parásitos sociales. Por aprovecharse en beneficio propio de los avances y los bienes conseguidos por otros, que lucharon por ellos.

- Huir de la justicia. Camuflándose entre la masa para no ser descubiertos, zafándose con burdas artimañas de las obligaciones ciudadanas, como el voto.

- Negación de la asistencia debida. Por huir cobardemente de los problemas sin prestar la ayuda requerida para solucionarlos.

-Injurias. Por criticar sin fundamento la labor de los verdaderos protagonistas del cambio, a los soñadores que luchan por un mundo mejor y más participativo.

- Complicidad en el crimen. Por facilitar a los políticos corruptos la permanencia en el poder, por la negligencia demostrada por los indiferentes.

Por lo que CONDENO a la pena del DESPRECIO PERPETUO a todos los que con su indiferencia permiten la injusticia y el mantenimiento de una sociedad cada vez más corrupta.

                                        EN ESPAÑA, A 24 DE MAYO DE 2014
        VÍSPERA DE LAS ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO


Firmado:
El sentido común.


jueves, 22 de mayo de 2014

Los Indiferentes.









Si hay alguien más repugnante que los poderosos y los políticos, son los indiferentes, los que no participan ni aportan nada, refugiándose en el espeso anonimato de la masa.
Siempre lamentándose de cualquier proyecto o idea sin ayudar a resolver el problema, porque creen que nada pueden hacer.
Si se quejan es para disfrazar su cobardía; parece que sigo oyendo desde aquí, sus pusilánimes lamentos y su pasividad que es aprovechada por los poderosos sembradores del miedo y manipulada por los políticos.
La indiferencia es el producto maligno de la ignorancia, porque el que no sabe poco puede hacer, pero el indiferente es aquél que no quiere saber.
La indiferencia nunca ha producido los grandes cambios de la historia, o como escribió A. Gramsci en 1917: "La indiferencia es el peso muerto de la historia". Los cambios son producidos por gente decidida, que toma parte y opina valientemente.
El indiferente no lucha porque espera que otro lo haga por él, no se asocia porque teme aportar algo que se vuelva en contra de sus miserables intereses.
Los indiferentes se esconden en los momentos en que se necesita el apoyo de todos para cambiar la norma o la injusticia impuesta desde el poder. Pertenecen a esa masa gris y asustadiza que se conforma con lo que le echen y mienten cuando les preguntan: ¿que has hecho tu para cambiar lo que criticas?.
Los indiferentes no son inocentes. Por su número y por su desgana son los responsables de lo que sucede.


miércoles, 21 de mayo de 2014

La lucidez




Vive dentro de la locura, ilumina el dédalo donde se pierde la razón y confunde a los que creen que aciertan.
Una cegadora y efímera luz interior deja ver un instante el camino incierto que serpentea hacia un final irrevocable. Nadie se detiene. El tupido bosque que parecía inexpugnable, se ha llenado de frías huellas de los monstruos que creó la imaginación.
Un niño llora cuando se callan las horas. Le asusta el silencio, pero decide destruirlo con su propio llanto y lo vence momentáneamente. Quisiera llorar eternamente como las olas del mar que hicieron huir al silencio para siempre.
Si pudiera volar, no sería un halcón ni un ave majestuosa que planea silenciosa sobre la playa desierta; sería un mosquito zumbón con el ruido de un cuatrimotor, y se abriría el aire azul para dejarle paso. No piensa en el final, en que podría estrellarse contra el faro de un coche. Viajaría hacia la luz, sorteando las largas lenguas de anfibios depredadores. Buscaría su alimento en la sangre viva de quienes por su gran tamaño lo desprecian. Libaría la esencia de las flores que se le ofrecen ingenuas en su belleza.
Esperando al verano entre las ruedas del viento, duerme el niño cansado de tanto estar despierto.

domingo, 18 de mayo de 2014

Ilusiones sangrientas

 



El consejo de administración había decidido prescindir de Nuria. La presidenta había ordenado una depuración en los altos cargos de la empresa; no soportaba ver las mismas caras durante mucho tiempo y poco a poco fue renovando todos sus asesores y consejeros. Algunos lo asumían desde el principio, pero Nuria se había hecho ilusiones después de su ascenso a consejera de comunicación.
Cuando recibió la noticia en una fría nota de la presidencia rompió en lágrimas y fue el inicio de una gran depresión. Su madre no pudo consolarla, al contrario, parecía haberse contagiado por el odio de su hija hacia la presidenta de la empresa. Todos sus esfuerzos por colocar a Nuria en un puesto de relevancia, suplicando recomendaciones y solicitando favores a cambio de sobres de dinero negro habían fracasado. Con el despido de Nuria el orgullo de su madre tras el ascenso se había visto mancillado. Había invertido todos sus ahorros hipotecado la vivienda familiar, y todas sus esperanzas en el futuro de Nuria y ahora ambas estaban desoladas.
Nuria perdió el apetito y empezó a sentirse débil. Su madre intentó inútilmente comunicar con la presidenta para suplicarle una plaza para su hija dentro de la empresa que se correspondiera con su recién terminada carrera de ingeniera de telecomunicaciones, pero nunca pudo hablar con ella. Si la presidenta hubiera sido un hombre podía convencer a Nuria para seducirlo. Pero aquella odiosa mujer, era implacable.
Entonces pensaron en la venganza. Madre e hija recabaron información sobre la vida privada de la presidenta, sus aficiones, su ambición por el poder, sus trayectos, y sobre sus incursiones en la política. Intentaron encontrar una mancha en su pasado, algo con que poder desprestigiarla provocando un escándalo público, pero todo fue en vano. La presidenta se había cerrado herméticamente renovando a sus hombres de confianza con la frecuencia necesaria para que nadie dispusiera de mayor información sobre su vida privada.
Nuria pensó en Martín; un compañero de la facultad al que había intentado ayudar a salir de las drogas sin resultado y que podría conseguir un revolver. No tuvo que insistir demasiado. Después de pasar la noche juntos, quedaron en verse al día siguiente, cuando Martín consiguiera la pistola.
Al anochecer, Nuria atravesó los suburbios en el extrarradio, adentrándose por oscuros callejones que desprendían un acre hedor a residuos infrahumanos y fue atravesada por miradas de sospecha y de lujuria antes de subir al piso del yonqui.
Llamó levemente a la puerta con los nudillos y Martín se asomó sin quitar la cadena.
-¿Has traído el dinero?
- Sí, ¿la tienes?
-Pasa.
Sobre una mesa redonda había un gran desorden, ceniceros abarrotados y botellas de cerveza vacías. Las ventanas cerradas por espesas cortinas apenas dejaban pasar la última luz azul del día, pero fueron directamente al dormitorio, la cama deshecha y sobre la mesilla sucia, había una pequeña bandeja plateada con dos agujas hipodérmicas usadas y ennegrecidas por la sangre coagulada.
Martín contó el dinero y Nuria preguntó:
-¿Donde está?
-¿Quieres verla?, ¿no irás a hacer una tontería con ella? dicen que las carga el diablo.
Martín sacó de repente el arma de su espalda y acarició los labios de ella con el cañón.
-Desnúdate. - Ordenó secamente.
-No puedo quedarme, mi madre me está esperando. Tu ya tienes lo que quieres, ahora dame la pistola.
-¿Qué dices?. No vas a marcharte ahora. Tu madre puede esperar.
Y le arrancó bruscamente la blusa. Nuria no puso resistencia y se quitó los pantalones.
Martín recorrió el cuerpo de la chica con el arma en la mano y se contuvo en el último momento de introducirle el cañón dentro.
-Vete. Yo no te he visto y tu nunca has estado aquí. ¿Entendido?
Nuria puso el revolver en el bolso y salió a la noche. Caminó ligera hasta las luces de la ciudad sin escuchar siquiera sus propios pasos.
Cuando llegó a su casa, su madre se había dormido en el sofá con las gafas puestas y con un plano de la ciudad entre las manos.
A la mañana siguiente Nuria mostró el arma a su madre y le enseñó a quitar el seguro, luego salieron a desayunar a una cafetería del centro, cerca de la sede de la empresa. Por el ventanal vieron pasar a la presidenta caminando sola por la acera y se apresuraron a pagar la cuenta sin probar el café del desayuno. Pero cuando salieron a la calle vieron a la antigua jefa de Nuria subir a un taxi.
Durante el regreso no se dijeron una palabra, pero una vez en casa planearon volver al día siguiente a la cafetería más temprano.
Amaneció con el cielo cubierto por oscuros nimbos que reventaron con la mañana en una fuerte tormenta y decidieron aplazar el plan un día más.
El tiempo no había cambiado demasiado y el día conservaba el color del plomo de la víspera, aunque ya no llovía. Desde el ventanal de la cafetería podían ver la acera de enfrente que se ensanchaba al entrar en el puente de la zona peatonal. Madre e hija cruzaron la calle encontrándose de frente con la señora presidenta en el lomo del puente. Nuria alzó rápidamente la capucha de su chaqueta que le cubría toda la cabeza, mientras la pistola temblaba dentro del bolso sujetada por la mano de su madre. Justo en el momento del cruce con la presidenta la madre sacó el arma, colocándose el cañón sobre su propia sien sin dejar de temblar.
-Nooo!.- Gritó Nuria abalanzándose sobre su madre en el momento del disparo que atravesó su cabeza al derribarla, desparramando la masa encefálica de Nuria sobre el cuerpo tendido de la madre.
La presidenta se giró inmediatamente y por primera vez se encontró con los ojos enloquecidos de la madre de Nuria que de nuevo levantaba el revolver hacia sí misma gritando: "Asesinaaa".
En una fracción de segundo se lanzó la presidenta  sobre los cuerpos de las dos mujeres, pero no pudo evitar que el segundo disparo terminase con la vida de la madre, cuando le sujetaba el brazo para arrebatarle el arma. Enseguida se arremolinaron los curiosos y cuando llegó la policía, encontró a la señora presidenta de pie, con la pistola aún humeante en su mano derecha y los cuerpos sin vida de Nuria y de su madre.

                                                              F I N



martes, 13 de mayo de 2014

La Sospecha (V)



...Continuación (IV)

El viaje se hizo largo, los interminables tiempos de espera en los aeropuertos, tan parecidos a las ciudades, con las tiendas de regalos abiertas, los bazares y restaurantes, y los viandantes con prisas por los corredores o descansado tendidos como los vagabundos de la ciudad, la única diferencia es que algunos arrastraban pequeñas maletas con ruedas y el cielo estaba cubierto por plafones de escayola.
Una vez en España, Sara se instaló en su viejo apartamento que la ausencia poco había cambiado.
Abrió las ventanas dejando que la atmósfera se llenase de dorados puntitos danzantes al ritmo de un rayo de luz y levantó la tapa del piano.

Pasaron los días casi sin darse cuenta, ordenando libros y partituras y recobrando el contacto con los viejos amigos, hasta que llegó su hermano Luis, y se reunieron en el apartamento.
Le puso al corriente de todos los pagos y los ingresos como lo hiciera un buen contable, las deducciones por los impuestos y le extendió una tarjeta de su nuevo representante, disipando toda sospecha acerca de su responsabilidad en la administración de sus bienes.
Sara se mostró agradecida y le preguntó por Rut y los niños.
-Están en casa.
Se limitó a contestar Luis, que siempre fue reservado respecto a los suyos, pero ésta vez se notaba que algo había cambiado.
Unos días más tarde Sara se enteró que Rut le había abandonado. Se llevó a los niños a Barcelona a casa de su madre y había puesto en el juzgado una demanda de divorcio, acusando a Luis de malos tratos e injurias, por lo que solicitaba la vivienda familiar y una cuantiosa asignación de mantenimiento, aparte de los bienes que pudieran corresponderla como gananciales por los 12 años de tortuoso matrimonio.
Ahora era Luis quien estaba en la ruina y acusado injustamente de maltratar a su mujer y a los niños. La catástrofe que acecha a cualquier persona se había cebado sobre la cabeza de un inocente sin dar lugar a la sospecha.
                                               

                                                        F I N



lunes, 12 de mayo de 2014

La Sospecha (IV)










...Continuación (III)

Antes de leer la nota de Luis, Sara se temía lo peor, pero no quería adelantar acontecimientos, como esos lectores de novelas que desde la primera página creen vislumbrar el desenlace final.
Vapuleada por la vida, en una ciudad extraña y habiendo sido traicionada por sus hombres de confianza; una sombra de sospecha recayó sobre la nota cerrada que bailaba entre sus dedos temblorosos.
-¿Sería Luis, capaz de hacer algo así?- era su última esperanza. Sara abrió el sobre:

-Querida Sara:
He recibido tus mensajes y te respondo lo más pronto posible. Estoy de viaje por la Camargue, ayer llegamos a Arles. Te adjunto el billete del vuelo 704 para tu regreso a España el próximo lunes. No podremos recogerte en el aeropuerto por razones obvias. Lo siento de verdad.
Nos veremos en dos semanas cuando regrese de Francia. No te preocupes por nada.
Te deseo un buen viaje
Tu hermano Luis.

Una sonrisa de alivio se dibujó en el pálido rostro de Sara.
No había perdido la confianza en su hermano, pero pensó en su cuñada Rut, nunca se cayeron bien la una a la otra. Rut tenía un carácter antipático y dominante. Era una de esas personas que quieren tener el control de todas las situaciones porque piensa que nadie puede hacer las cosas mejor que ella. Sara había visto escenas que avergonzaban a todos los que estaban con Rut, y sentía pena por su hermano que aceptaba sumiso todas sus quejas.
Luis ya no era el mismo de siempre, se notaba cansado y bajo de moral y Sara lo atribuía a su matrimonio con Rut, al carácter violento y terco de su cuñada.
Recordó el día de la despedida, cuando fue a cenar con su hermano y la familia. Los niños estaban atemorizados por una discusión anterior con su madre y no abrieron la boca más que para comer despacio. Cuando todos habían elegido el menú, Rut pidió que le cambiaran algo de la carta, retrasando así la comanda de todos y después protestó por la tardanza del servicio ensañándose con la pobre camarera, que estuvo a punto de romper a llorar.
Sara sabía que Luis nunca se enfrentaría a su mujer, pero no por falta de buenas razones, sino por evitar otro encuentro desagradable de gritos e insultos mutuos; pero sopesaba hasta qué punto podría influir Rut en sus decisiones sobre el patrimonio, sobre el que ostentaba el poder concedido para la administración de los bienes.
Brillaban las primeras luces del alba, cuando agotada por la sospecha, Sara se tendió sobre la cama.












domingo, 11 de mayo de 2014

La Sospecha (III)


... Continuación (II)

Algunas veces Sara se preguntaba qué sucedería el día en que el infortunio se instalase en su vida, como había visto suceder en cabeza ajena, en otros artistas a los que la vida les daba la espalda, después de mantenerlos durante breve tiempo en la gloria. Pero nunca se lo había planteado seriamente, aún siendo algo que podía suceder en cualquier momento y sin previo aviso. Algunos consiguieron salvarse, pero muchos otros cayeron en la desgracia.
Ahora se sentía desamparada, No quería recurrir a sus amigos de cafés y comilonas, que podrían utilizar su calamidad como escarnio a sus espaldas, y si alguna ayuda recibía de ellos, la tendría que pagar con creces.
Esperó las noticias de su hermano en España, en su habitación del "Standard High Line". Aún conservaba las tarjetas de crédito con saldo suficiente para toda la semana y tenía todo el tiempo del mundo.
Llamó otra vez a su hermano Luis, pero nunca contestaba nadie. Se secó las lágrimas que nacieron del abandono y se miró al espejo. Vio el reflejo de una mujer débil, la piel pálida, aún no mostraba los surcos del tiempo y quiso superarse a sí misma con un ligero toque de maquillaje y una falda larga ajustada a su talle, decidida a conocer Manhattan y las posibilidades que podía ofrecer Broadway a una pianista reconocida.
En el primer local con piano le ofrecieron una cantidad ridícula de dinero por tocar cuatro horas durante la noche, y ella acepto sin miramientos. Al salir de aquel club, Sara había perdido la noción del tiempo; cosa frecuente en "la ciudad que nunca duerme", las calles seguían habitadas, como a cualquier hora del día o de la noche. Unos mendigos compartían un cigarrillo, un grupo de asiáticos hacían fotos a las luces de neón que anunciaban marcas de bebidas, excursiones dirigidas deambulaban con sus guías entre los edificios, las risas entraban y salían de los locales abiertos en turnos de 24 horas, de las puertas de los comercios colgaban prendas y camisetas con un corazón rojo estampado entre las letras I (love) NY, y el tráfico era espeso, de cada cuatro coches uno era amarillo y Sara decidió tomar uno de esos taxis conducidos por un hindu sij con turbante y barba, para regresar a su hotel. Cuando sacó el dinero para pagar, se dio cuenta de que alguien había dejado un billete de cien dólares en el bote de las propinas, por lo que entró más animada al vestíbulo del hotel. Con la llave de la habitación le entregaron una copia de la reserva a su nombre para el vuelo a España y una nota de su hermano Luis.












sábado, 10 de mayo de 2014

La Sospecha (II)



...Continuación

Al medio día, Luise llamó al hotel donde se alojaba Sara.
- Dijiste que hoy no tenías concierto y pensé que podíamos cenar juntas en el "Barcelona restaurant", aquí mismo en el Village.
-¿Vendrán Norman y Dan?
- Esta noche hemos discutido Norman y yo, a causa del sexo anal y se fue a dormir a su casa. Al principio me gustaba, pero parece que se convirtió en una obsesión para él y hoy no quiero verlo.
- Shhhhh, Ven a buscarme a las 2:30, reserva una mesa en el restaurante y ya me lo contarás todo.
Sara se disculpó ante su agente y le pidió que anulara los compromisos pendientes para su día de descanso.
La descarada confidencia de su amiga Luise, la había puesto nerviosa. Podía verlos juntos imaginando la escena, y un escalofrío le recorría la espalda hasta convertirse en un arrebol en sus mejillas. También estuvo pensando en Dan, en el hechizo que había causado sobre ella el tono de su voz profunda y pausada, en los conocimientos y afinidades compartidas la noche pasada, pero que todo eso pudiera ocultar ciertas obsesiones privadas que solamente descubriría acostándose con él en la cama.

De regreso al hotel, después de la cena con Luise, Sara se sentía decepcionada. No podía apartar de su mente la idea de que Dan fuera como su amiga lo describió.
" Ya sabes como son los hombres, les gusta comentar los secretos de alcoba con los amigos"- le había dicho Luise durante la cena-.
Confundia por los efectos retardados del alcohol, dejó un mensaje a su representante, pidiéndole la cancelación del próximo concierto en el "The Bitter End", donde debía tocar por tres días más, y se derrumbó sobre la cama en un sueño profundo. Soñó que el piano ardía en llamas durante el concierto, como a Jerry Lee Lewis interpretando "Great Balls of fire", y que un desconocido la rescataba entre el humo y la música sacándola en brazos hasta una desnuda pradera.
Por la mañana, lo que Sara encontró al despertar fue algo muy diferente. Una nota en la recepción , en la que se informaba del abandono de las habitaciones de su equipo técnico y de su representante; acompañada de la factura de cinco noches en el "Standard High Line NYC" en el East Village.
Sara telefoneó al local donde debía actuar esa misma tarde, pero la dijeron que su agente había cobrado por los conciertos realizados antes de anular el resto de actuaciones por indisposición de la ejecutante.
La pianista no pudo contener las lágrimas que rodaban por sus mejillas dejando un sabor acre en el teléfono.
Sintió la soledad ante la catástrofe, y decidió ponerse en contacto con su hermano para regresar a España.
.....














viernes, 9 de mayo de 2014

La Sospecha (I)





El viejo notario había visto de todo en su larga vida profesional. Lo cerca que está la hecatombe de cualquier ser humano por muy seguro que se encuentre.
El día en que Sara fue a la notaría para ceder un poder general, en su ausencia, de todos los bienes que le pertenecieran, a nombre de su hermano; el notario le advirtió que a ese tipo de designaciones lo llamaban "El poder de la ruina". Pero a Sara no le importó porque confiaba ciegamente en su hermano, quien se encargó siempre de forma ecuánime de la administración del patrimonio familiar.
A Sara le gustaba viajar y no quería verse atrapada en un mundo de papeles y facturas, que la impediría dedicarse plenamente a su afición por la música, que la llevaba de gira por diferentes estados, como concertista de piano, aunque cuando realmente encontraba la paz era al anochecer, en la terraza del hotel de turno, que siempre parecía el mismo hotel, si no fuera porque las vistas desde la terraza de la suite, cambiaban a la hora azul del crepúsculo. Era su cita diaria con el silencio, apartada de los ruidos de la civilización, que la lejanía disipaba como un rumor de olas.
Mantenía contacto con su amiga Luise, quien recientemente le había hablado de hombres, de su condición de mujer joven encerrada en el estcricto monasterio de la música, y había concertado una cita con Sara después del próximo concierto en el Greenwich Village.
El encuentro fue emocionante. Luise estaba acompañada por su novio Norman y su amigo Dan, que habían asistido a su concierto en el mítico "The Bitter End". Las dos amigas se abrazaron en un fundido interminable.
Hablaron de viajes y de tiempos pasados, pero sobretodo de música y de la vida de los músicos.
Sara se sorprendió de los conocimientos de Dan sobre la vida de algunos pianistas que ella admiraba; no tanto por los más conocidos como Rachmaninoff o Rubinstein, como por los detalles sobre Glenn Gould, sobre su renuncia a los conciertos en directo, que le llevó a la reclusión en un estudio de grabación donde encontró la intimidad deseada para continuar su intenso romance con la música. Detalles que Dan conoció a través de la novela de Thomas Bernhard "El malogrado" y que a Sara le apasionaban, por lo que no pudo ocultar su interés por aquel hombre desconocido.
Voló la noche hasta rayar con la madrugada, como suele ocurrir en el Greenwich Village; cuando llegó el momento de la despedida.
....

sábado, 3 de mayo de 2014

Comer






Siendo la necesidad primaria más absoluta y común en todos los seres vivos, solo los humanos hicieron del comer una cultura, un arte que se debe compartir haciéndolo en público y en armonía.
Los aromas de la comida fueron consagrados como buenos, y cualquier ceremonia se celebra antes o después con un banquete. Como si el hecho de alimentarse fuera menos repugnante que el de deshacerse de lo comido, ésta acción sin embargo, se realiza en privado y se considera de mal gusto hablar de ello.
Para comer nadie se esconde. al contrario, se adorna la mesa con platos, velas o flores cuando la situación lo requiera.
Como omnívoros que somos podemos comer de todo, tanto sustancias orgánicas como artificiales, éstas últimas de reciente creación, mezclando los nutrientes, vitaminas y las proteínas necesarias para el organismo; aunque religiones y culturas diferentes hayan descartado ciertos alimentos.
Pero los recursos naturales no son infinitos y podrían agotarse pronto al ritmo de la superpoblación y envejecimiento del planeta. Las granjas y los campos de cultivo cada vez están más alejados de las ciudades y el hombre parece haber perdido la consciencia de que con éstos desequilibrios provocados, no solo se perjudica a la naturaleza sino que se perjudica a sí mismo.

En el restaurante hay una mesa continua rodeada por trece varones. Parecen celebrar una despedida. El que está en el centro propone un brindis levantando su copa y los demás le siguen.
No muy lejos hay otra mesa pequeña con una mujer sola, sentada delante de un plato con una cola de langosta adornada con arroz y verduras calientes. Quizás fuera un capricho o un sentimiento de venganza lo que la llevó a comer sola a un exclusivo  restaurante del Soho, porque no es frecuente derrochar en exquisitos manjares sin al menos, un testigo u otra persona con quien recordarlo.
Contrasta el silencio de ella con  la discreta algarabía en la mesa de los hombres, pero todos comen productos traídos de lejanos lugares que tras dar el último paso en la cocina-laboratorio bajo vigilancia del chef, se posan en un blanco mantel frente a los comensales.
En otra parte del mundo, sobre una tierra calcinada, yace un cuerpo oscuro, consumido por el ayuno.


jueves, 1 de mayo de 2014

Una pareja cualquiera






Se había echado la niebla sobre el empedrado de la calle haciéndolo resbaladizo. Tamizada sobre el fondo gris, se recortaba la silueta de una pareja que se alejaba con las manos enlazadas, a modo de esas empalagosas postales que se cuelgan en las redes sociales acompañadas de una frasecita de amor.
La mano izquierda del hombre sostenía la mano derecha de la joven como en los matrimonios morganáticos, entre noble y plebeyo. A cierta distancia y juzgando el atuendo informal de la pareja resultaba imposible decir quién de los dos pertenecía a la aristocracia, porque en el andar y los modales poco se distinguen de la plebe.
Tampoco en los besos que se dieron en la penumbra húmeda de un rincón, había signos de grandeza, aunque el disimulo disminuía la pasión.
Podrían ser ambos de la nobleza o incluso de la realeza que, avergonzados de su menoscabada condición social, se apartaran de toda ostentación dejando el lujo para sus fiestas privadas cerradas a cal y canto a la exposición pública.
Pero también podrían ser dos siervos de la gleba que, con el esfuerzo sobrehumano de sus padres, recibieron cierta educación en un colegio de pago, donde aprendieron a comportarse con la dignidad de los príncipes de los cuentos.
Pongamos que fuese el hombre el heredero de la corona de un reino, y ella una chica aplicada que terminó su carrera para trabajar de cara al público y un día fue llamada a la corte en secreto para satisfacer la curiosidad del príncipe por los plebeyos.

Así, entre la niebla de un día de primavera, pasaron desapercibidos como una pareja cualquiera.

¿Y si fuese ella una princesa y él un deportista del montón, que destacaba entre los amigos por su gallardía y su afición al dinero? No hacen falta encantamientos para disfrazarse de rana en la charca de renacuajos y elegir o ser elegido como heredero de los tristes destinos de una familia de espantapájaros.

Cogidos de la mano se deslizaban por el empedrado de una calle cualquiera, aquél nebuloso día de primavera.


miércoles, 30 de abril de 2014

Nubes negras, nubes blancas (II)






... Continuación

Cuando hubo pasado la tormenta, el cielo recuperó su azul brillante, una leve brisa transportaba dos blancas nubes perezosas hacia el oeste.
Teresa contemplaba su casa desahuciada, mientras el abogado tomaba notas del mobiliario enajenado, que unos operarios cargaban en un camión de mudanzas.
Fue especialmente doloroso para Teresa desprenderse de la pianola de caoba en la que había aprendido a interpretar los ragtimes de Scot Joplin, pero con el dinero obtenido por el embargo de los bienes pudo alquilar un modesto apartamento en la zona sur, asesorada por su abogado.
Acudió inútilmente a los antiguos amigos de su marido, que al enterarse por la prensa de los turbios asuntos económicos en los que se había metido, evitaron ayudar a la viuda, ofreciéndole manifiestas excusas.
Incluso los vecinos del barrio sur, donde ahora vive, comentan a sus espaldas cuando no la insultan descaradamente.
El cielo de Teresa se fue oscureciendo con espesas nubes negras.

El abogado sabía que ya no obtendría más beneficio económico de su clienta, por lo que empezó a distanciarse también del contacto físico, que había llenado de promesas mientras gozaba de su cuerpo.
A menudo se veía a la joven viuda sentada en un banco del parque. La mirada infinita en un oscuro futuro y la esperanza en una blanca nube perdida que pretende rozar el horizonte.

Al fin encontró un trabajo por su cuenta, un trabajo que muy pocos aceptarían por la paga recibida. Ayudaba a las enfermeras en el cuidado de los ancianos de una residencia privada. Algo que siempre había hecho con su marido y sin salir de su casa. Limpiaba con cariño los cuerpos arrugados de los residentes y lavaba sus llagas y sus dentaduras postizas con esmero. Cambiaba pañales y empujaba alegremente las sillas de ruedas por los corredores del asilo. Administraba la medicación en las comidas y una tarde del final del verano, asistió al último suspiro de uno de los residentes que se aferró a su mano para despedirse de la vida. Tal como su marido hizo en el umbral de la muerte.
Tuvo una extraña sensación al anochecer cuando termino su jornada, camino de su apartamento; miró el cielo, vagamente iluminado por el último rayo del crepúsculo y pudo ver entre dos nubes azules la inmensidad del universo.


martes, 29 de abril de 2014

Nubes blancas, nubes negras.





Había enviudado joven, antes de que el tiempo se llevara su hermosura. Su marido murió de una metástasis en los huesos que se había prolongado durante años de tratamientos inútiles que no consiguieron más que retrasar su crecimiento a base de sufrimientos. Ella siempre estuvo a su lado hasta el final, porque para eso la habían educado, y ahora debía aprender a vivir de forma independiente.
Había dejado la casa familiar para casarse con el veterano doctor Purgold, en el que creyó encontrar la salida de la tiranía de su padre. No había conocido más hombres ni más trabajos que el mantenimiento del orden de la casa y ocuparse de su marido siempre enfermo. Desde el principio, su responsabilidad se limitaba a ofrecer su cuerpo a la lujuria del doctor, cada noche en la cama y por la mañana, después de ceder a la pasión de su marido, dar las órdenes necesarias a los jardineros y personal de servicio para que todo se dispusiera de acuerdo con su buen gusto.
Se casaron un día de inesperada lluvia en Abril, con una ceremonia breve, pero intensa en emociones.Teresa estaba radiante en su vestido de rosetas blancas empapado por la lluvia, y el peinado deshecho acariciando su núbil rostro mientras abrazaba a su héroe, que surgió de la nada para liberarla de su encierro.
Diecinueve años más tarde, el mismo día de Abril, salió el sol sobre el campo santo. Teresa estaba radiante en su vestido de encajes negros, evitando el sol directo con unas oscuras gafas y el pelo suelto, mientras recibía los abrazos de condolencia de la triste concurrencia que trataba de liberarla de su fingido duelo.
A la muerte del Dr. Purgold, Teresa entregó todos los papeles y cuentas de la herencia a un abogado para que las administrara desde su gabinete de contabilidad, porque ella nada sabía de las facturas y papeles que en ocasiones firmaba para su marido.

En lo alto, dos blancas nubes jugaban torpemente a la carrera por alcanzar el horizonte.

Hubo días felices en el verano, cuando la invitaba a cenar el abogado y se alargaban las noches entre suspiros y promesas. Pero pronto llegaron las nubes negras.
En el último informe del gabinete contable se detallaba la bancarrota de la pequeña fortuna administrada. Teresa tuvo que explicar en la corte los excesivos ingresos de desconocidas empresas con las que su marido colaboraba y que ella firmaba con confianza ciega.

En Abril, al salir de los juzgados, dos grandes nubes negras se juntaron cubriendo el azul con el luto de una tormenta.

...







martes, 22 de abril de 2014

La cesárea

Una nube alargada y solitaria corta el sol como una navaja, formando dos grandes gotas de luz en la parte cercenada del hemisferio sur. Sé que estas pensando en el ojo seccionado del "perro andaluz", pero Buñuel trataba de interpretar un sueño y lo que tengo enfrente, lo que ahora contemplo, es tan real como el atardecer incandescente que cada tarde se cierne sobre el horizonte.

Si no estuviera mirando el mar hacia el oeste, pensaría en el día que se resiste a nacer, llegado su tiempo, rompiendo aguas con afilado bisturí, en una orgía de dolor y de sangre; en el llanto opaco del que es obligado a salir de su primer mundo acuoso y confortable, para enfrentarse a los ruidos metálicos y al fogonazo que violentamente deslumbra la utérica paz en la penumbra.

Cada día naciente, es el aniversario del momento maravilloso y cruel que ahora se aferra a la inminente tragedia de conocer la vida. Ahora tendrá que crecer por su cuenta, arrancado del conducto directo de la comida, alejado del cálido aliento que empañaba las horas antiguas de la noche fría.

La madre naturaleza yace sedada, un apacible sueño la envuelve mientras respira ajena a lo que dentro de ella sucede. Cuando al amanecer despierte, tendrá en su regazo el nuevo día sonrosado y azul y una costura en el bajo vientre.

jueves, 17 de abril de 2014

Dormir

Soñar mientras duermes es vivir otra vida, abandonarse a la sorpresa que traerá el sueño, no podemos elegir el sueño, nos asalta en un recodo de la noche apartándonos de lo vivido. Lentamente nos introduce en nuevas dimensiones y nos atrapa, a veces con violencia y otras veces al arrullo de la brisa.
Dormir es un alto en el camino, donde se disipan todos los males, el dolor es desahuciado del cuerpo y el espíritu vaga errante por caminos ignorados.
El sueño divide el día y exige su tiempo en un ciclo en que se repite la vida al despertar, pero que se interrumpe cada noche, como morir y resucitar en una sucesión de vidas que termina con el último sueño. Nadie muere despierto, por violento que sea el final; porque en el último momento vence el eterno sueño.
No vive más quien menos duerme. El insomnio es la venganza de los duendes del sueño que se niegan a someterse a la codicia por vivir y castiga a los soñadores que pretenden soñar despiertos.
El sueño se burla de doctores y visionarios que intentan interpretarlo y campa a sus anchas por los túneles del subconsciente. ¿Quién puede interpretar los sueños de otro que tuvo que explicarlos con palabras? ¿cómo reducir un mundo inaprensible de imágenes, sensaciones y sonidos a un relato más o menos coherente?
Damos demasiada importancia a solo una parte de la vida, la parte consciente, la parte que se repite; despreciando la parte fantástica que sucede cada día mientras dormimos.
El durmiente es inofensivo e inocente de toda culpa. A nadie se puede condenar mientras duerme, por horribles o macabros que sean sus sueños. No hay dioses, ni ética, ni leyes que regulen los sueños.
Dormir es un atentado contra la sociedad de consumo, una revolución; porque el que duerme ni consume ni produce. Seguramente haya empresas que desearían quitarnos las horas de dormir, para vendernos sus productos, como hacen con los pollos bajo una luz incandescente.
De momento, sigamos disfrutando de ese tercio de la vida que pasamos durmiendo.


miércoles, 9 de abril de 2014

En la cuneta




 Estaba anocheciendo rápidamente.
Regresaba por la autopista del norte.
El tráfico se iba haciendo cada vez más espeso a esa hora entre dos luces.
El sol se había acostado en el horizonte, como es su costumbre, y en el cielo quedaba su incendiario resplandor que se extinguía por momentos, sobre el azul mortecino de la tarde.
En el primer cambio de rasante, antes de iniciar el descenso, brillaban las señales luminosas de un control rutinario de policía, que retenía aún más la circulación.
Me hicieron señas para que detuviese mi vehículo en el arcén, donde ya había una hilera de coches retenidos.
Cuando llegó mi turno, me informaron que se trataba de un control de alcoholemia y tenía que soplar por el detector. Dije que nunca bebo alcohol, pero pudiera ser que diese positivo, porque solo unos minutos antes había llenado mi boca con queroseno para escupirlo sobre las antorchas en mi espectáculo de fuego. Los dos agentes se miraron incrédulos y  yo empezaba a ponerme nervioso por la situación y porque otro agente, que registraba mi vehículo, inspeccionaba la botella del combustible.
Me obligaron a salir del coche y yo para demostrarles que decía la verdad, prendí cinco antorchas allí mismo y empecé a hacer malabares al borde de la cuneta. Un policía gordinflón se reía delante de mi y los otros contemplaban el espectáculo, en el instante en que pasaba un camión de gran tonelaje y escuché al conductor que decía: "Estos kabrones cada día ponen más difícil el test de la alcoholemia".







miércoles, 2 de abril de 2014

Tres pasos




Que bien se está en el campo! Entre el arrullo de las primeras hojas de los arces y la alargada sombra de las palmeras. Qué lejos la civilización queda! cuando no hay más leyes que las de la naturaleza, sin nadie que las escriba, ni nada que nos ofenda.
Quizás la sociedad está enferma, porque del campo se aleja, creando un mundo distinto para vivir a la fuerza.
La civilización corrompe lo que de natural tiene el humano y en vez de evolución se convierte en una degeneración de la vida, donde predomina el consumo y la producción, y el pensamiento libre se olvida.
La ciudad cierra sus puertas a la primavera, donde solo florecen edificios y carreteras. Los campos de cultivo, cada vez más a la afueras, ofrecen sus frutos forzados sin esperar la cosecha, pero tres pasos más lejos, el bosque cerrado te espera.
Tres pasos en el bosque a los pies de la sierra, te descubrirán el camino y la vida que alberga. Que hermosos son los ríos que cantan a la belleza! sin nadie que dirija la orquesta, sin políticos ni religiones, sin nada de lo que la civilización encierra.
En los azules montes lejanos, aguarda la libertad verdadera.

lunes, 31 de marzo de 2014

Abril




Se fue el mes de Marzo a ninguna parte. Se fue para no volver. Se llevó una parte de la vida y dejó un fardo de recuerdos, para que en las tardes lluviosas de Abril, repasemos con paciencia lo que hicimos, para saber lo que nos espera.
Aún puedo ver el reflejo en la corriente que las aguas de Abril empujan presurosas, ávidas de nuevos tiempos.
Parece que la soledad que creció en el invierno, se fuese derritiendo como glaciares del pasado y Abril trae la esperanza de lo nuevo. La semilla que permaneció enterrada se remueve y se despoja del abrigo de la tierra, emergiendo ufana con su leve vestido nuevo.
Abril revolucionario, hinchado de primaveras, verá crecer la unión entre los hombres, cansados de tanta espera y nos hará más fuertes en la lucha porque los cambios sucedan.
Sopla una ligera brisa en las conciencias, como si todo lo malo hubiera pasado y el aire renovado de Abril trajera la confianza en conseguir lo que se desea . El sol aguarda su turno en el ciclo estacional, ofreciendo ciertas garantías de su inminente presencia, traerá el calor y la vida a los campos y su luz alumbrará los caminos apagados por el desaliento. Ese sol de Abril entre nubes de tormenta, hará brillar la sonrisa en las caras que miran de frente, hacia el tiempo que queda, felices por sobrevivir a los tenebrosos idus de Marzo.
Abril, suena hermoso cuando tus labios lo pronuncian.

domingo, 23 de marzo de 2014

Tiempos ucrónicos

Puede ser que los tiempos vividos sean así (como cada uno quiera verlos), por pura casualidad. El mundo hubiera sido diferente si John Barr hubiese escogido un imán en lugar de una piedra, como relata Jack Wiliamson cuando convirtió a su personaje en un gran alquimista.
Puede ser que el polo norte no esté arriba y el sur abajo en un planeta deforme e imperfectamente redondo, aunque salga el sol por Antequera (que es, o fue, el poniente).
Puede ser que los tiempos que no existieron sean un engaño de la historia de los descubrimientos.
Hubo un tiempo ucrónico y elegante, antes de que la electricidad sustituyera al carbón y la electrónica a los complejos ingenios mecánicos a vapor, en la era victoriana o eduardiana.
Un tiempo de paz, anterior a las grandes guerras y posterior a las grandes revoluciones, que ahora cuesta imaginar a los más expertos, porque siempre estarán condicionados por los prejuicios de la historia, alabando unos descubrimientos y desdeñando otros.
Puede ser que los tiempos del honor y de los valores humanos universales hayan dejado paso a unos tiempos miserables de consumo e indignación y las sociedades se hayan instalado en la poltrona de la comodidad.
Puede ser que la codicia se confunda con la política y el dolor con la indolencia de la sociedad que lo permite.
Un tiempo en que los vencidos fueron los vencedores, porque de eso hay mucho escrito.
Un tiempo en que la imaginación de los hombres era dictada por el Dios mismo. Pero hay también un tiempo para creer y un tiempo para preguntarse si lo que nos cuentan afecta nuestras vidas, o solo son palabras del Papa Francisco...(porque hablar, habla pero un año después todo sigue igual).
Quizás vuelvan aquellos tiempos que no existieron (en la historia), cuando los soñadores crearon un mundo nuevo. Cuando voló Leonardo da Vinci, o Julio Verne viajó desde el fondo del mar a la luna.
Quizás un retrofuturo nos está esperando.

viernes, 21 de marzo de 2014

LAS OTRAS VECES

A veces soy feliz como un niño, sin una aparente razón, solo porque sale el sol entre las nubes, o por un momento de despreocupación en el que uno se siente ausente.
A veces soy gaviota soñadora que tiembla y se alza sobre las aguas azules, sin dejar espacio al recuerdo ni al momento siguiente.
A veces me pierdo entre la maleza y disfruto de la Naturaleza que acuna mi conciencia, aún sabiendo que no hay dos días iguales ni diferentes
A veces río por cosas sin importancia, por algo exagerado o ridículo; por dudar de la evidencia o por el guiño de un  pensamiento adolescente.
A veces tengo la certeza de ser un hombre afortunado y no me importa estar equivocado, si conservo la alegría inmortal que con la pena se entiende.
A veces camino por la frontera entre la razón y la locura, sin preocuparme demasiado por la lucidez o la incoherencia de los acontecimientos presentes.

Pero las otras veces, cuando lo de afuera penetra en lo íntimo del ser, se abre un paisaje devastado. Todo lo razonable y lo miserablemente humano se mezcla en una pócima que debo beber de un trago.
Las otras veces miro por "el telescopio de lo invisible" por el que M. Proust veía los recuerdos en los ojos oxidados de los viejos y contemplo el futuro en el oscuro espejo del pasado.

lunes, 17 de marzo de 2014

Vivir sin música

¿Es cierto que la música no es una necesidad primaria? ¿Puede la humanidad vivir sin música?
La música es una creación humana. Alguien dirá ¿Y los pájaros?...Los pájaros cantan solo para comunicarse, como lo hacen otros animales con sus extraños lenguajes...¿Y el agua, el canto de las fuentes y los ríos?...Los hermosos sonidos de la naturaleza solo se consideran música desde la poesía.
La música es inherente a la condición humana, e incluso atribuída a la condición divina.
En todas las culturas aparece la música con las mismas 12 notas, desde la prehistoria. Cualquier investigación para descubrir la decimotercera nota musical ha fracasado, si exceptuamos los infinitos intervalos entre una nota y la siguiente.
El mismo día de la creación del hombre, se creó la música en su garganta que se fue acompañando, primero con el ritmo de los primitivos instrumentos de percusión y más tarde con flautas de hueso o de caña.
El silencio.
El silencio es parte de la música, cuando se mide y se escribe. Es el instante que aparece cuando la música se detiene.
La humanidad canta y danza desde el principio de los tiempos. La música es un lenguaje universal para comunicar las emociones y para reactivar la memoria, influyendo también en los órganos físicos del cuerpo humano. Hay músicas que producen sueño o irritan los sentidos, músicas para las tardes de lluvia, músicas de abruptos amaneceres o músicas para el corazón de los amantes.
Hay música en las ceremonias y en los funerales, cantos de trabajo y cantos espirituales. Tan antigua como la risa o el llanto, tan humana como el dolor y la alegría.
¿Quién puede vivir sin música?