sábado, 4 de enero de 2014

Una experiencia inolvidable






Mi último trabajo fue de vendedor de esclavos "blancos". Sobre un podio de madera, mostraba la mercancía. Muchachos atléticos, jóvenes y fuertes para trabajar en cualquier labor que se les encomiende. El rastro, estaba abarrotado de curiosos y posibles compradores que sonreían ante el saludable aspecto de mis esclavos cuando los obligaba a enseñar los dientes, como prueba añadida de su salud física.
El mercado al aire libre, estaba inundado por la luz de los domingos y ondeaban al viento las prendas colgadas en los puestos, y los vendedores de libros viejos agradecían al sol su templanza. Pero a medida que pasaban las horas iba haciendo presa en mi el desconsuelo. Ni siquiera tuve una oferta por ninguno de mis esclavos. A un paseante que se detuvo, llegué a ofrecerle los brazos fuertes de uno de los muchachos para ayudarle en su trabajo, pero me respondió que estaba en el paro y ya no tenía trabajo. Un matrimonio sonriente se acercó al estrado y le ofrecí a buen precio a otro de mis esclavos, para realizar cualquier tarea doméstica, pero el hombre respondió que su mujer se ocupaba de esas cosas.
Un pequeño grupo de hombres calvos, pero perfectamente vestidos con sus trajes azules de alpaca y dorados alfileres de corbata, pasaban impasibles cuando les detuve ofreciéndoles lo mejor de mis esclavos, y sin apenas mirarme me pareció que decían; "ya tenemos muchos más de los que necesitamos", y otro añadió "y más baratos" y se alejaron entre risitas.
La mañana se terminaba sin vender mi mercancía cuando pude ver desde la plataforma entarimada, un tumulto que se acercaba y distinguí a la policía abriendo paso entre la muchedumbre a un personaje que debía de ser un político o alguien relevante, a juzgar por su ademán, saludando desde el espacio abierto por los agentes, con sus manos de mariposa. Desde lo alto le grité ofreciéndole lo mejor que tenía. " Éste esclavo sabe leer y escribe poesía". El político se detuvo, cambió su semblante, palideció, se dio media vuelta y echó a correr, creando el desconcierto entre los agentes y el personal de escolta, que se apresuraron tras él.

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